Ravelo (Las Palmas, 1971) es un escritor especializado en novela negra. Esta novela hace honor a su especialización: como novela negra, difícilmente superable. La trama es interesante y está muy bien llevada, muy bien pautada. Aunque no sea un signo característico de la novela negra -más centrada en los puros hechos-, los personajes son creíbles, y sus dinámicas, es decir, su relación con los demás personajes y con la trama en sí, muy bien urdidas. Todo lector de novela negra se enfrenta a estos relatos como el relojero a un cachivache mecánico: queremos saber cómo funciona, verle las tripas, queremos el asombro de un funcionamiento preciso del aparato. Esto y no otra cosa nos ha de entregar la novela negra, tan buena de leer, tan fácil de olvidar. En suma, la novela negra, ya se ha dicho, es entretenimiento aquí y ahora. Y a fe que Ravelo en esta novela entretiene, divierte; además, con una economía de recursos que se agradece: rara vez dirá una palabra de más. No es que no le falten recursos, no me es difícil deducir que se podría holgarse de ciertos juegos lingüísticos. Simplemente, no sirven a la trama y Ravelo se abstiene, siguiendo con ello el consejo de Stephen King a todo escritor : kill your darlings.
Pasé un buen rato.
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