Esta trilogía podría reposar sus lomos en distintos estantes de una biblioteca: historia de las ideas, biografías de intelectuales, filosofía, novela histórica y, sobre todo, en el de los libros que a uno le gustaría pero no tiene ganas ni paciencia de leer. Descolgado el primer tomo de la última balda, sin embargo, ya no hubo remedio para mí: los leí todos de corrido.
Esta de Eilenberger es una serie cuya secuencia y urdimbre es la filosofía del siglo XX -esa que nunca dieron en clase- de forma que cada volumen cubre una etapa, y la mente del lector podrá seguir – si bien sudando la gota gorda- la lógica de los acontecimientos y los sistemas filosóficos de aquel siglo convulso y feraz.
“Tiempo de magos” cubre las vidas y pensamiento de Ludwig Wittgenstein, Martin Heidegger, Walter Benjamin y Ernst Cassirer en la década fundante de tantas cosas ( 1919 a 1929). El hecho de que se abra con Wittgenstein me permite hacer una precisión pedante: el austríaco es el último elemento común con la filosofía analítica (anglosajona), pues la trilogía se centra en la filosofía continental, es decir, aquella que está interesada en otras cosas distintas de la lógica. Que parecería lo suyo tratándose de un saber como la filosofía, pero no crean, este asunto aún colea. El término magos está bien elegido para describir a estos autores, titanes que construyen complejas arquitecturas del pensamiento.
Quizás el que más disfruté fue el segundo tomo, “El fuego de la libertad”, cuyo asunto es el pensamiento de cuatro mujeres que cambiaron el siglo: Simone de Beauvoir, Hannah Arendt, Simone Weil y Ayn Rand. Siempre he sido muy team Arendt, pero con este libro me acerqué a autoras que uno daba por supuesto. Resultado: no, no las tenía bien calibradas. Mi sorpresa (y a partir de ahora, amor) ha sido Simone Weil, un ser atormentado y brillante que nos honró con su apasionado pensamiento durante unos pocos años del período de entreguerras. El día que en la Sala de Las Dos Verdades pesen mi corazón con la pluma de Maat, prefiero que Simone ni se acerque a la balanza: contra la luz de su vida miliciana y prometeica, toda otra vida es mediocre, medio vivida. Lean, por ejemplo, sus reflexiones sobre la Ilíada y el efecto de la fuerza en quien la ejerce y quien la sufre. Cohabiten su corta vida: asómbrense y desesperen de sí mismos.
El tercer volumen, espíritus del presente, que destaca a Theodor W. Adorno, Michel Foucault, Susan Sontag y Paul K. Feyerabend y cubre hasta 1984, tiene el encanto de permitir leer con más soltura los desafueros posmodernistas que vendrían después. Muere el siglo mortífero y axial, muere la filosofía tal cual la conocíamos y se convierte en una disciplina menor en comparación, digamos, con la física teórica.
O no: siempre se desprecia el pensamiento griego posterior a la época clásica, pero se olvida que el helenismo dio paso al hermetismo; y esto a su vez al pensamiento esotérico de la edad media. Pues lo mismo.
Una lectura exigente, sin duda.